La penúltima batalla

Después de varios meses de espera, miles de anuncios en todos los medios posibles y con más descalificaciones que propuestas, por fin se despejan muchas incógnitas en la carrera hacia la última batalla política electoral de México: las elecciones de 2018

Por Eduardo Kokke
Tuxpan, Ver.; MX

Los expertos en política y los que no lo somos percibimos muchas lecturas que arrojan estos comicios, y no cabe duda de que deben analizarse en cada uno de los estados donde se llevaron a cabo: el Estado de México, Coahuila, Nayarit y  Veracruz.

Como es costumbre, todos, absolutamente todos, se declararon vencedores, aun sin a haber terminado las votaciones. Es más, aun sin dar comienzo el programa de resultados preliminares del Instituto Nacional Electoral, ya había ganadores, basados en las famosas y nada confiables encuestas de salida.

Nayarit y  Veracruz se puede decir que fueron los estados donde se confirmaron las tendencias que desde meses anteriores se venían marcando, en gran parte derivado del voto de castigo de una ciudadanía agraviada por tanta corrupción, narcotráfico, desvíos de recursos y la falta de compromisos de los anteriores gobernantes, lo que hoy se refleja en los resultados.

Coahuila es un asunto de analizar, ya que es un estado que procedía de dos administraciones cuestionadas y señaladas como corruptas, manejadas por los hermanos priistas Humberto y Rubén Moreira, donde la gran mayoría de los analistas políticos descontaban que la coalición PAN-PRD encabezada por Guillermo Anaya acabaría borrando todo lo que fuera tricolor y el resultado fue tan inesperado que los mismos priistas no lo imaginaban. Al final Miguel Ángel Riquelme dio la pelea,  empató la elección y la ganó, la cual se definirá en los tribunales seguramente, ¿pero qué sucedió aquí? El PRI perdió la mayoría en el Congreso local, pero ganó la mayoría de las alcaldías. En realidad esto es digno de analizarse o más bien de un digno reconocimiento a la operación política que tiene y manejan  los Moreira en su estado.

El estado de México es otro caso similar al anterior, pero aquí sí con muchas lecturas más profundas y analíticas,  ya que esta entidad maneja el mayor padrón electoral en el país, además de ser el bastión y casa de nuestro actual presidente de la República, el cual no se podía permitir perder de ninguna forma, ya que lo que está en juego, como ya lo hemos recalcado, es la sucesión presidencial de 2018.

Sin embargo, todo lo acontecido este 4 de junio deja mucho para comentar: de inicio, el gran ganador de la contienda fue Andrés Manuel López Obrador, que aun con la derrota de su candidata Delfina Gómez automáticamente él se posesiona como el rival a vencer en 2018. Morena logra disminuir el poder del PRI de un 61% que tenía en la intención del voto a un 33%. Aun con el triunfo de Alfredo del Mazo, representa una caída enorme en las preferencias electorales en ese estado.

Sin embargo, AMLO tiene que reflexionar, y mucho, ya que anunció que no aceptará los resultados finales del Instituto Nacional Electoral y esto es normal en él. La pregunta es cómo lo hará, en qué nivel y en qué tono, ya que la ciudadanía en general no aguanta más bloqueos y tomas de calles que provocan molestias y pérdidas millonarias al comercio, y ahí el detalle para sus planes futuros: tendrá que calcular muy bien su estrategia. Otro punto importante para él será pensar qué hubiera pasado si se hubiera aliado con los partidos de izquierda,  ya que tan sólo el PRD —con Juan Zepeda, un candidato mediano, fresco, sin miedo, no radical— logró posesionarse en un tercer lugar con el 17 % de la votación. Ese porcentaje habría hecho ganar a Morena. Andrés Manuel ahora tendrá que tener la habilidad de sentarse y renegociar con un partido al cual él mismo se ha encargado de desprestigiar, desmembrar y denostar públicamente, pero que le habría dado el triunfo en el estado en cuestión.

Otro dato para reflexionar es el caso del PAN, que también aquí decidió ir solo y los resultados si bien no son de sorpresa eran esperados, ya que Josefina Vázquez Mota fue una candidata gris y sin fuerza desde el inicio de la campaña. La caída hasta el 4 lugar electoral, por más que su presidente nacional Ricardo Anaya diga lo contrario, denota las profundas diferencias en el interior de Acción Nacional, y por más entidades que tengan pintadas de azul el Estado de  México es el Estado de  México. Hoy les da armas a sus contrincantes internos como Margarita Zavala y Moreno Valle para cuestionarlo públicamente ante tan desastrosa caída en el estado de mayor votación en el país.

Para destacar, un instituto político en estado de coma, el cual ha sido abandonado por sus mayores actores y que hoy se convierte en el campeón sin corona: nos referimos al Partido de la Revolución Democrática, que sin mucho y con un candidato  regular logró repuntar teniendo su mayor logro al desafiar al mesías de la izquierda mexicana y negarse a ir con él en alianza, situación que lo impulsó y le dio para hoy convertirse en un partido que puede ser la balanza que decida las próximas elecciones.

También Enrique Peña Nieto, desde hoy y ante estos resultados tendrá que analizar, seria y profundamente, las estrategias a seguir para 2018: si va o no en coalición, si le alcanza como ente oficial para buscar la continuidad del Partido Revolucionario Institucional… El hecho es que está declarada la batalla y será todos contra Andrés Manuel López Obrador.