¿Para qué nos sirve tener dos bolsas de valores?

Una bolsa de valores es un lugar organizado, antes físico y ahora 100% digital, donde los participantes compran y venden instrumentos financieros, una vez que han aceptado un conjunto de reglas estandarizadas para facilitar dichas operaciones. Los participantes son las casas de bolsa.

En México, desde finales del siglo XIX, empezaron a surgir bolsas de valores, algunas de manera simultánea. Tuvimos la Bolsa Nacional, la Bolsa de México, la Bolsa Privada de México, la Bolsa de Valores de México, la Bolsa de Monterrey y la Bolsa de Occidente. En 1975, estas tres últimas se consolidaron en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), que fue la única bolsa desde ese año hasta 2018, cuando vio la luz hace unos meses una nueva bolsa de valores, la Bolsa Institucional de Valores (BIVA).

Una bolsa gana dinero por los servicios que provee, que son de diversa índole, pero uno de los más importantes es que ofrece la plataforma operativa, el “mercado”, en el que pueden encontrarse compradores y vendedores. Las casas de bolsa que quieren hacer operaciones de compraventa para ellos y sus clientes inversionistas en esta plataforma, que antes era el piso de remates y hoy es un motor transaccional totalmente electrónico, pagan comisiones cada vez que la utilizan.

También es importante mencionar que el mercado entre más inversionistas tenga es más líquido, es decir, para los inversionistas es más rápido y competitivo comprar y vender valores.

Salta a la vista un posible conflicto: por un lado, (1) tener más bolsas en un país debiera generar competencia y a mayor competencia, baja de precios en comisiones, lo que es bueno para las casas de bolsa y sus clientes inversionistas, pero por el otro, (2) con más bolsas se dividen los inversionistas y disminuye potencialmente la liquidez, lo que haría cada bolsa menos líquida y competitiva.

Para el caso mexicano, con la entrada en operación de BIVA este año, la autoridad pensó en un modelo para garantizar los mejores precios para los inversionistas, así que las casas de bolsa tuvieron que rediseñar sus sistemas para poder en cada orden individual, antes de cerrarla, checar los precios y volúmenes en ambas bolsas y cerrar la compraventa en la que ofrezca la mejor ejecución.

Quizá este modelo resuelve el conflicto, porque obliga a las bolsas a volverse más eficientes e innovadoras para poder ejecutar el mayor número de operaciones, con los mejores precios y las comisiones más bajas y diseñar mecanismos para asegurar la liquidez.  De igual manera, tendrán que buscar fuentes adicionales de ingresos, como volver públicas a mucho más empresas y apoyar a los intermediarios bursátiles a aumentar el número de inversionistas en el país, que es muy bajo al compararse con estándares internacionales.

Pareciera que estamos por presenciar una batalla tecnológica en los próximos años entre las bolsas, lo que debe traducirse en un beneficio para los inversionistas. A finales de este mes entra en operación a máxima velocidad este mecanismo de comparación entre bolsas. ¡Abróchense los cinturones!